Hace unos días, ya caída la noche, se produjo un atropello de un menor en la calzada lateral de bajada de la Cuesta del Águila que, por suerte, quedó solo en un susto y unos pocos arañazos en las piernas del niño.

Desde que se reformó dicha calle, añadiendo dos semáforos, parece que se está volviendo habitual que los vehículos, sobre todo los que circulan en sentido descendente, usen esta calzada lateral para ahorrarse la espera o, simplemente, atajar y adelantar al resto de vehículos que circula por la central.

He podido comprobar en persona, tanto antes como después de este accidente, este hecho; y en algún caso quedé sorprendido por la excesiva velocidad a la que el vehículo conducido por algún impaciente (e incluso se podría decir que inconsciente), circulaba por esta estrecha vía y finalmente entraba en la rotonda inferior sin hacer ademan de frenar o ceder el paso.

Desde aquí solo quiero llamar la atención ante estos hechos, ya que si bien en este caso no hubo heridos de gravedad, es posible que, si continúan repitiéndose, tengamos que hablar en otros términos.